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Ecuador, Panorama del primer round electoral de Latam en 2025

Foto del escritor: Adrián BrizuelaAdrián Brizuela

Actualizado: 22 ene

Ecuador se encuentra ante un evento crucial: las elecciones presidenciales del 9 de febrero marcan el inicio del calendario electoral latinoamericano de 2025. Con 13,7 millones de ciudadanos convocados, estas elecciones no solo definirán el futuro del país, sino también el rumbo de una región donde persiste la disputa entre centroizquierdas y derechas. En un contexto de creciente desencanto político, estas elecciones subrayan la urgencia de mejorar la calidad de la gestión e institucionalidad en el país.



El actual mandatario Daniel Noboa, uno de los candidatos con más posibilidades, cumple un mandato marcado por la transición y la crisis. Con una Asamblea Nacional debilitada y altos índices de inseguridad, su administración enfrenta un desgaste acelerado. La otra candidata, que ya lo intentó en la elección anterior, es Luisa González, representante del correísmo y cercana al expresidente Rafael Correa. Jan Topic, un empresario de la seguridad hubiera sido el tercero en intención de votos si la justicia electoral no suspendía su candidatura en un proceso que logró evitar la división del voto de derecha. Si ningún candidato alcanza el 50 % de los votos o el 40 % con una ventaja de diez puntos porcentuales sobre el segundo, se celebrará una segunda vuelta el 13 de abril.

La polarización entre el correísmo y el anticorreísmo sigue siendo un eje central del debate. Las gestiones de Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa han debilitado al movimiento anticorreísta, erosionando su credibilidad frente a una sociedad que reclama cambios tangibles. La situación es agravada por el enfrentamiento entre Noboa y su vicepresidenta Verónica Abad, a quien Noboa intento destituir y envió al extranjero para que no intercediera en el poder y tuviera nula exposición pública.

En el marco latinoamericano, estas elecciones tienen implicancias más allá de Ecuador. Representan un nuevo capítulo en la disputa ideológica que enfrenta a gobiernos de centroizquierda como los de Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, con liderazgos de derecha como los de Javier Milei en Argentina, Santiago Peña en Paraguay y Dina Boluarte en Perú.

El escenario electoral también está marcado por una alarmante ola de violencia. El asesinato del alcalde de Arenillas, Fernando Villacís, conmocionó al país luego de que sicarios lo atacaran a plena luz del día. En Guayaquil, la desaparición de cuatro menores en el barrio Las Malvinas destapó una trama donde el estado que debe proteger a su población se vuelve sicario de esta. Estos eventos, junto con el aumento de denuncias por violaciones a los derechos humanos, han puesto al sistema de seguridad bajo escrutinio. Los estados de excepción decretados por Noboa y la militarización de varias ciudades han sido criticados tanto por organismos nacionales como internacionales, que cuestionan su efectividad y sostenibilidad. Según un informe reciente de Human Rights Watch, las medidas de emergencia han exacerbado las tensiones sociales, sin abordar las causas estructurales de la violencia.

Las encuestas reflejan una sociedad dividida y desconfiada. Los debates se centran en propuestas de seguridad, empleo y combate a la corrupción, pero también en el papel del Estado frente a la privatización y el manejo de recursos naturales. Según una de las últimas encuestas realizadas, la publicada por trespuntozero, Luisa González lidera con un 48 % de intención de voto, seguida por Daniel Noboa con un 44 %. A medida que se acerca la fecha electoral, se intensifican las discusiones sobre el legado de los gobiernos anteriores y la viabilidad de las propuestas de los candidatos.

Estas elecciones no son solo una decisión sobre quién gobernará Ecuador, sino un llamado a fortalecer sus instituciones y recuperar la confianza ciudadana en el sistema político. En una región sacudida por la polarización y la inestabilidad, Ecuador tiene la oportunidad de demostrar que es posible avanzar hacia una gestión más eficiente y una institucionalidad más robusta. Además, el país enfrenta el desafío de posicionarse como un actor clave en un entorno regional cada vez más competitivo.

El 9 de febrero será el inicio de un ciclo electoral que pondrá a prueba no solo a los líderes políticos, sino también a una sociedad que, pese al desencanto, sigue buscando un camino hacia un futuro mejor. Con el telón de fondo de una crisis económica que ha reducido el crecimiento proyectado del PIB al 1,8 %, según cifras del Banco Mundial, los ciudadanos tienen en sus manos la posibilidad de reencaminar el rumbo del país.

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