Consulta popular en Ecuador: El asunto de la seguridad, con un trasfondo geopolítico mayor.
- Adrián Brizuela
- 14 nov
- 4 Min. de lectura
El domingo 16 de noviembre, Ecuador votará un paquete de cuatro preguntas: tres reformas constitucionales —bases militares extranjeras, financiamiento político y reducción de asambleístas— y una consulta para convocar una Asamblea Constituyente. El gobierno sostiene que las medidas son imprescindibles para enfrentar la crisis del crimen organizado. Pero el núcleo del debate gira en torno a la primera pregunta: eliminar la prohibición constitucional que impide el establecimiento de bases o instalaciones militares extranjeras.
La narrativa oficial ordena el debate en clave de urgencia, pero la orientación estratégica del conjunto revela otra capa. Lo que está en juego es la reincorporación plena de Ecuador en la política de defensa de Estados Unidos, cuyo objetivo declarado es contrarrestar la presencia económica y política de China en Sudamérica. Este enfoque surge de manera explícita en las comunicaciones oficiales del Comando Sur y en los reportes diplomáticos, que describen a Ecuador como un socio clave en la competencia estratégica global.
La pregunta sobre bases militares: la pieza central de una reconfiguración
La reforma propuesta modificaría el Artículo 5 de la Constitución, eliminando la prohibición de bases extranjeras y dejando solo la declaración de Ecuador como “territorio de paz”. Si triunfa el “sí”, el país quedará habilitado para recibir instalaciones logísticas, de monitoreo o inteligencia administradas por fuerzas estadounidenses.

El impacto político inmediato sería el quiebre definitivo con la doctrina de soberanía que guio la política exterior ecuatoriana durante la década previa. En términos operacionales, abriría la puerta a la presencia militar de Estados Unidos en un territorio que, tras la salida de la base de Manta en 2009, había quedado fuera del mapa estratégico del Pacífico sudamericano.
La generala retirada Laura Richardson, ex jefa del Comando Sur, sostuvo ante el Senado estadounidense que la región es un espacio donde Washington debe “ganar”, que la presencia militar norteamericana “no puede ser reemplazada” y que los países socios necesitan “una cuerda a la cual aferrarse” frente a actores como China. Su testimonio remarca que, para Estados Unidos, la competencia con China implica una presencia física constante y acuerdos que aseguren acceso operacional.
Seguridad interna como habilitador político
La crisis del crimen organizado —real, grave y extendida— funciona como legitimación del paquete de reformas. El Estado ecuatoriano ha redefinido la amenaza en términos militares, afirmando que las organizaciones criminales transnacionales representan riesgos para la seguridad nacional. Este diagnóstico permite justificar un nivel de cooperación con Estados Unidos sin precedentes desde principios de siglo.

Las comunicaciones oficiales de Washington describen mecanismos ya activos:
el acuerdo SOFA, que otorga inmunidades al personal militar estadounidense;
el AROCAMTI, que permite operaciones marítimas combinadas;
una hoja de ruta de asistencia de seguridad de cinco años;
apoyo a unidades policiales y militares especializadas;
coordinación en ciberseguridad y operaciones contra economías ilícitas.
La votación sobre bases extranjeras no inicia esta relación; la convierte en un pilar constitucional y la proyecta hacia un estadio superior.
Estados Unidos redefine a Ecuador como un aliado prioritario
La estrategia del Comando Sur se organiza alrededor de la “disuasión integrada”, un concepto que combina presencia militar, diplomacia, inteligencia, cooperación económica y operaciones conjuntas. Desde esa perspectiva, Ecuador es un punto de valor estratégico por su litoral pacífico, su proximidad al corredor andino, sus puertos y su ubicación frente a rutas de tráfico marítimo.
En su informe anual, la general Richardson señala que la República Popular China busca ampliar su influencia mediante infraestructura de doble uso, telecomunicaciones y vínculos políticos. Plantea que el único modo de contener ese avance es reforzar la presencia estadounidense en la región y actuar con “mayor sentido de urgencia”. Ecuador aparece en ese esquema como un socio dispuesto a reorientar su marco legal para facilitar esa presencia.
Los reportes diplomáticos complementan esta visión describiendo programas de modernización militar, asistencia financiera, cooperación judicial y entrenamiento especializado entre 2023 y 2025, todos destinados a consolidar a Ecuador como “aliado resiliente” frente a actores externos.
Argumentos del debate: soberanía, seguridad y poder externo
El “sí” se apoya en la urgencia, argumentando que el Estado necesita ayuda internacional para enfrentar organizaciones criminales que hoy superan sus capacidades. Presenta la reforma como medida técnica.
El “no” defiende el principio de soberanía, alerta sobre el riesgo de convertir a Ecuador en plataforma de operaciones externas y advierte que la reforma podría subordinar la política de seguridad ecuatoriana a intereses ajenos.
Pero más allá del debate interno, los documentos estadounidenses sitúan la reforma dentro de una agenda más amplia: asegurar un punto de apoyo estratégico en el Pacífico sur para disputar la influencia de China en Sudamérica.
Ecuador en la competencia global
China ha ampliado su presencia económica en Ecuador mediante préstamos, inversiones en energía, telecomunicaciones e infraestructura. Para Washington, esta expansión no es neutral. El Comando Sur interpreta estos movimientos como parte de un proyecto político del Partido Comunista Chino y afirma que la región se volvió esencial para los intereses globales de Estados Unidos.
Desde esa perspectiva, Ecuador es un escenario de la competencia entre las dos potencias. El plebiscito es presentado como una respuesta a la inseguridad, pero su efecto geopolítico es más profundo: ordena a Ecuador dentro del dispositivo estratégico de Estados Unidos en el hemisferio.
Conclusión
La votación sobre bases extranjeras definirá si Ecuador incorpora en su Constitución un alineamiento estratégico con Estados Unidos. El crimen organizado funciona como justificación inmediata, pero la competencia global con China es el motor de fondo. Las posiciones oficiales estadounidenses muestran con claridad cómo Ecuador es concebido como un aliado fundamental en el Pacífico sudamericano dentro de esa disputa.
El resultado del 16 de noviembre influirá en la arquitectura de seguridad regional y en la posición geopolítica de Ecuador durante las próximas décadas.








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