Javier Milei, el nuevo presidente de Argentina, es un economista de 53 años que nació y creció en la ciudad de Buenos Aires, dentro de una familia de clase media trabajadora, marcada por episodios constantes de violencia familiar, donde él solía ser la principal víctima. Desde su adolescencia, Milei fue tildado de loco, y con esa misma diatriba construyó su fama como panelista en los medios de comunicación, para finalmente llegar a la presidencia liderando una versión argentina, y también extravagante, de los movimientos de ultraderecha que en la actualidad atraviesan gran parte del planeta.
Aunque para llegar a la instancia final del proceso electoral y ganar el balotaje del pasado 19 de noviembre, el líder libertario no dudó en tejer alianzas con lo más rancio y tradicional de la política argentina, como el político conservador pro dictadura Ricardo Buzzi y el expresidente y empresario Mauricio Macri, su propuesta estuvo marcada por un cambio radical que ponga fin a la clase política tradicional a la que Milei llama "la casta". Para muchos analistas políticos Milei representa, más allá de lo revulsivo de sus ideas sobre legalizar la venta de niños y el tráfico de órganos, una alternativa esperanzadora para un sector mayoritario de la población abrumado por una inflación del 140% anual y una clase gobernante que desde hace una década no ha resuelto este problema y sus derivados, y que no escatima en escándalos frecuentes de corrupción.
Javier Milei es un economista dogmático que ha abrazado la propuesta de la Escuela de Austria definida como anarcocapitalista, y que ha atacado con vehemencia las teorías que proponen un estado de bienestar y políticas de redistribución. Para Milei, la justicia social es una abominación que solo termina trayendo penurias, y los países que la aplican son comunistas. Desde hace más de ocho años, Milei se ha hecho famoso en los estudios de televisión por defender sus ideas con reacciones violentas contra todos aquellos que no estuvieran de acuerdo con él.
Foto de La Gaceta de Tucumán
El nuevo presidente argentino nunca estuvo casado y no tiene hijos humanos, sino perrunos, a los que menciona con frecuencia. Son cuatro clones de su primer perro, un mastín inglés que, a pesar de haber muerto en 2018, Milei menciona como si aún estuviera vivo. En la biografía del nuevo presidente libertario, "El Loco", escrita por el periodista argentino Juan González, más de un testigo confirma que Milei mantiene una comunicación sobrenatural con el perro muerto y que este fue quien le anunció que debía ser presidente de Argentina.
Javier Milei es una frustración para los políticos peronistas y de centro izquierda que ven amenazados los principios de equidad social y de un capitalismo regulado. También es una amenaza para los ambientalistas y feministas que lo ven como un retroceso en la conquista de nuevos derechos, y una tristeza infinita para los militantes de derechos humanos que aún reclaman verdad y justicia sobre el genocidio de la última dictadura militar. Pero seguramente para todos, incluso para muchos de los propios, Milei es una incógnita y una incertidumbre, debido a lo improvisado e intempestivo con que ha llegado esta nueva etapa de la política argentina, por primera vez en su historia democrática.
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