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  • Foto del escritorAdrián Brizuela

Portugal empujó a Europa un poco más a la derecha.

 Luego de nueve años de gobierno de izquierda, la Alianza Democrática de centro derecha ganó las elecciones de este domingo 10 de marzo por muy poca diferencia sobre el Partido Socialista y sin la posibilidad de conformar mayoría en el parlamento. Pero la noticia, luego de los comicios, es el crecimiento del partido de extrema derecha Chega, que cuadruplica su cantidad de legisladores, promete condicionar los próximos años del país y nos permite encontrar puntos en común con el avance de populismos de derecha en Europa y en el mundo.

 El golpe de 1974, conocido como La revolución de los Claveles puso fin a la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar tras 48 años de censura y persecución policial y judicial a la oposición política. Es probable que la memoria colectiva sobre esta época haya sido un impedimento, hasta ahora, para la consolidación de organizaciones extremistas como Chega. Otro momento de la historia portuguesa que debe incluirse en este análisis es la crisis económica y social que en 2015 obligó a la derecha a dejar el poder, luego de generar con medidas de ajuste altos niveles de recesión, desempleo y pobreza.

 Portugal tiene una democracia parlamentaria. El presidente es votado cada cinco años pero solo representa al estado y sus funciones están limitadas por el primer ministro, que surge del parlamento y es quien ejerce el poder de lo público. La economía lusa se encuentra en la mitad de la lista de países europeos aunque su ingreso per cápita e índices de desarrollo están claramente por debajo del promedio, como por ejemplo el indicador Gini, que en 2019 fue del 32,8 por ciento. Su principal actividad es el turismo y su desarrollo industrial es mínimo.

 El país llegó el domingo de manera anticipada a las elecciones, luego de la renuncia de Antonio Costa en noviembre pasado, cuatro horas después de conocerse que una fiscalía lo iba a investigar por corrupción al hacerse pública una escucha que lo vinculaba a negocios con el litio y las energías verdes. Después se conoció que la escucha estaba fraguada y la investigación no avanzó, pero Costa ya había renunciado. De todas formas es correcto que había otras causas de corrupción que implicaban a algunos de sus ministros y el descontento social, por las dificultades económicas y la falta de acceso a la vivienda entre otros problemas, habían debilitado su gestión en forma considerable.

 Luis Montenegro, el candidato de la alianza triunfante en las elecciones del domingo, prometió no negociar con la extrema derecha y se verá obligado a encarar un gobierno en minoría. Los apoyos parlamentarios que reciba seguramente estarán asociados al tipo de propuestas que impulse y a los resultados que vaya obteniendo su gestión.


El Ganador Luis Montenegro (Foto de Tiago Petinga en EFE)


 El líder de la extrema derecha que logró el tercer puesto el domingo se llama André Ventura y se hizo conocido cuando trabajaba como comentarista deportivo y transformó su fanatismo por el club de fútbol Benfica por un odio manifiesto a los gitanos e inmigrantes. Sus propuestas políticas incluyen la eliminación del ministerio de educación y el desmantelamiento del sistema de educación pública. También propone un estado judeo cristiano y la inclusión de la castración química para violadores.

 Según relata el portal español Viento Sur en un informe publicado durante el 2022, Chega, que en portugal significa “basta”, logró consolidar su crecimiento político a través de la promoción de los medios de comunicación concentrados, el financiamiento de algunos de los grupos económicos más importantes de portugal y una maquinaria de promoción a través de miles de cuentas falsas en redes sociales.

 Los políticos y analistas que observan el fenómeno de la extrema derecha en Portugal, como en otros países de Europa, consideran en general que esos populismos crecen en la sociedad porque han sabido canalizar el descontento social que se produce cuando la política tradicional no logra cubrir las expectativas de los pueblos, asociadas a calidad de vida, trabajo y acceso a cuestiones mínimas como vivienda, salud y educación.




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