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Foto del escritorAdrián Brizuela

La economía y la política se disputan las luces de una nueva crisis boliviana.

Aunque pasaba a menudo en el siglo anterior, entrar con una tanqueta militar a un edificio de gobierno siempre fue una manera grotesca de representar una crisis política en la cual no todos sus protagonistas están dispuestos a resolverla en el marco de la ley. Este miércoles 26 de junio Bolivia llamó la atención del mundo con un intento de golpe, calificado luego por la oposición y el sector del Movimiento al Socialismo (MAS) afín a Evo Morales como una farsa autoinfligida por el presidente Luis Arce. Esta noticia se dio en medio de una crisis económica marcada por la falta de gas y dólares, y una fractura en el oficialismo que pone en vilo el futuro del país.


Foto de Elpais.com


El incidente incluyó el despliegue de tanquetas hacia la plaza de gobierno y la irrupción en el Palacio Quemado. El operativo estuvo liderado por el ahora ex jefe de las fuerzas armadas Juan José Zúñiga, quien anunció cambios ministeriales y la liberación de los condenados por el golpe y la represión de 2019. Unos días antes había amenazado con detener al expresidente Evo Morales si este era habilitado para ser candidato en 2025, en el próximo recambio presidencial. Por estos dichos, Luis Arce decidió desplazarlo y esto habría empujado al militar al intento de golpe.


Y siguió lo grotesco. Arce bajo a la plaza Murillo, le ordenó a Zúñiga la desmovilización; y como el general se negó nombró un nuevo alto mando militar y ordenó su detención. Horas después, durante la aprehensión, Zuñiga alcanzó a declararle a los medios que actuó bajo órdenes de Arce para aumentar la popularidad del presidente. Rápidamente los líderes opositores como Tuto Quiroga y Carlos Mesa, así como el sector oficialista de Morales, exigieron explicaciones.


Bolivia es el país con más golpes de estado en la historia del continente y el quiebre institucional está presente en el contexto actual. Menos de una semana antes de los hechos protagonizados por Zúñiga, Luis Arce y su ministra María Nela Prada acusaron al sector de Morales de fomentar protestas, como las del transporte pesado, para desestabilizar y acortar el mandato de su gobierno. En la política boliviana todos los sectores en pugna se acusan y son acusados de no respetar las reglas democráticas.


A pesar de tener indicadores económicos relativamente estables, con un crecimiento del PIB del 3% y una inflación del 4%, el modelo económico del MAS se ve agotado. La dependencia de las importaciones y la crisis en el sector de hidrocarburos han provocado un déficit comercial sostenido. La escasez de moneda extranjera afecta diariamente a las empresas, a pesar de un contexto de baja inflación y desempleo del 6%.


Tal vez la disputa interna del Movimiento al Socialismo no sea solo una pelea por el liderazgo y la candidatura al próximo mandato entre Arce y Morales, sino también una disputa de poder legítima entre los sectores sociales y de los pueblos originarios y los sectores de la izquierda intelectual de La Paz que Evo logró coordinar y conducir al principio de esta etapa histórica de Bolivia. Pero la confrontación está siendo carente de ideología y política, se está centrando en declaraciones y altercados al estilo de moda en las redes sociales, y está derrochando la oportunidad de corregir el modelo con la salvaguarda de los avances sociales logrados por el MAS desde el 2006.

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