Al redactar estas líneas, hoy es martes 16 de abril de 2024. En este momento, el mundo está pendiente de cómo Israel cumplirá su promesa de responder al ataque recibido de Irán el sábado pasado. Los principales países del mundo y los organismos internacionales le han pedido al primer ministro Benjamín Netanyahu que no escale el conflicto bélico, mientras cruzan los dedos porque el líder de extrema derecha, como ha ocurrido en los últimos meses en la guerra en Gaza, parece estar dispuesto a lo peor.
El sábado, Irán lanzó más de 300 bombas hacia Israel mediante misiles y drones, de las cuales el 99 por ciento no lograron impactar gracias al "Domo de Hierro", un sistema defensivo implementado por el país hebreo con la asistencia de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Jordania. Irán justificó su ataque debido a la voladura de su consulado en Siria el 1 de abril, donde murieron dos generales de la Guardia Revolucionaria, un hecho que Israel no rechazó ser el ejecutor. El país persa había solicitado la condena de este ataque ante las Naciones Unidas, pero esta moción fue censurada por el poder de veto de Estados Unidos, Francia e Inglaterra.
Hace dos semanas, la policía de Ecuador irrumpió en la embajada de México en Quito y secuestró a un opositor que tenía asilo político. Este hecho fue denunciado por la mayoría abrumadora de los países del mundo, ya que una entidad diplomática se considera territorio del país que representa y su inviolabilidad está garantizada por la Convención Internacional de Viena. El ataque en Siria fue llevado a cabo con misiles y destruyó todo el edificio, pero no recibió el mismo tratamiento.
El bombardeo de Irán fue lo suficientemente anunciado como para que Israel y sus aliados tuvieran el tiempo necesario para prepararse. Incluso existe una versión, desmentida por Estados Unidos, de que proporcionaron información sobre objetivos y la hora de los lanzamientos. La cadena de noticias CNN calificó el ataque como mínimo, como si fuera obligado e involuntario, hecho con la meta de no producir víctimas.
Esta escalada entre Israel e Irán amenaza con relegar al segundo plano el desastre humanitario que el país gobernado por Netanyahu está causando en la Franja de Gaza, donde busca vengar el ataque terrorista perpetrado por la organización Hamas el 7 de octubre pasado. Ese día, más de mil milicianos penetraron en la valla que divide Palestina de Israel, asesinaron a más de mil doscientos civiles y regresaron a su territorio con trescientos rehenes. Los bombardeos y la invasión en Gaza no lograron el rescate de los secuestrados, pero ya han causado 40 mil muertos y la destrucción de hospitales, escuelas y toda clase de infraestructura. En Palestina ya no quedan universidades en pie y el dos por ciento de su población ha sido asesinada.
Después de la Segunda Guerra Mundial se estableció un sistema de instituciones y reglas con el objetivo de prevenir conflictos, los cuales suelen tener consecuencias impredecibles e inevitables muertes de civiles inocentes. Si ese sistema de reglas se aplica o no de acuerdo con las ideologías y los intereses geopolíticos de los países que lo dominan, como ocurrió frente a la venganza de Israel en Palestina y al ataque a una embajada en Siria, el futuro se vuelve de esa misma manera, impredecible.
Guerra en Gaza (Foto de Reuters)
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