La extrema derecha iba a ganar. Había dado señales en los comicios europeos a principios de junio y lo confirmó una semana antes, en la primera vuelta de las elecciones convocadas anticipadamente luego de que el presidente francés Emmanuel Macron disolviera la asamblea. Pero sucedió lo inesperado. En una semana se reactivó el "cordón sanitario" y los bloques de partidos de izquierda y centro-derecha unificaron su mensaje y retiraron las candidaturas que habían quedado en segundo o tercer lugar. También contribuyeron los llamados al voto útil en defensa de la pluriculturalidad francesa, realizados por distintos referentes de la cultura y el deporte. Finalmente, en contra de lo que indicaban las encuestas, la victoria fue para el Nuevo Frente Popular de izquierdas, y el segundo lugar para el bloque oficialista de centro-derecha. Los franceses reflexionaron mejor, y la extrema derecha quedó en tercer lugar.
Foto de edup.ecowas
En Francia, la composición de la Asamblea se decide tras dos vueltas electorales. En la segunda vuelta solo participan las listas de candidatos que hayan obtenido más del 12% de los votos. Esta forma de conformar los bloques legislativos ayuda a construir mayorías que puedan nombrar al primer ministro para completar el gobierno central, junto al presidente que es elegido en otras elecciones de forma directa. Si el primer ministro y el presidente no pueden gestionar sus diferencias, la toma de decisiones se complica y el país entra en una situación de inacción. En esta segunda vuelta, el objetivo era impedir que esa cohabitación se diera con un ministro de extrema derecha.
El Nuevo Frente Popular es una unión de partidos de centro e izquierda que se asociaron tras el llamado a elecciones con el objetivo de contrarrestar el avance logrado por la Agrupación Nacional de extrema derecha, liderada por Marine Le Pen, tras las elecciones europeas del 9 de junio, cuando fueron la fuerza más votada en Francia. Su principal candidato fue Jean-Luc Mélenchon, del partido Francia Insumisa, considerado de extrema izquierda por su oposición a las políticas de austeridad recomendadas por la Unión Europea, su propuesta de reconocimiento de Palestina como estado y su promesa de mejorar las jubilaciones y el salario mínimo.
Una de las limitaciones del Nuevo Frente Popular es que, aunque tienen un documento fundacional programático que podría ayudar a definir las políticas del bloque, existen muchas diferencias ideológicas entre sus diversos partidos, entre los cuales, además de Francia Insumisa, se encuentran el Partido Socialista, los comunistas y los verdes. Uno de los riesgos es que algunos de sus miembros prefieran ser conducidos por las propuestas de centro de Macron que por las de izquierda de Mélenchon.
Agrupación Nacional, el partido de extrema derecha de Le Pen, cuyo primer candidato era el joven casi outsider Jordan Bardella, había realizado un proceso de desdemonización para despegarse de la imagen de un partido filonazi fundado por ex colaboradores de Hitler, entre los cuales estaba el padre de Le Pen. Cambiar el discurso y poner a nuevos candidatos más aceptables en los primeros puestos no fue suficiente. Basta investigar quiénes son los otros candidatos para encontrar fotos de legisladores con gorras nazis y discursos xenófobos, sobre el amigo judío, en el interior de sus filas.
Es la tercera vez que el resto de los actores políticos se coordinan a pesar de sus diferencias ideológicas para impedir que la extrema derecha, que propone un discurso con franceses de primera y segunda categoría, llegue al poder. Ocurrió en 2002 cuando Jacques Chirac ganó el balotaje a Jean-Marie Le Pen, y en 2022 cuando Macron venció a la hija de Le Pen, Marine.
A partir de ahora, la izquierda y la centro-derecha tienen la responsabilidad de lograr acuerdos mínimos y transformarlos en acciones de gobierno que mejoren las condiciones de vida de los franceses, para evitar que la extrema derecha, que pasa a tener 148 legisladores en lugar de 81, siga creciendo y amenazando con una inevitable toma del poder.
Comments